domingo, 21 de diciembre de 2014

Trastornos de ansiedad

Trastorno de ansiedad es un término general que abarca varias formas diferentes de un tipo de trastorno mental, caracterizado por miedo y ansiedad anormal y patológica. Las condiciones ahora consideradas trastornos de ansiedad llegaron bajo la égida de la psiquiatría hacia el final del siglo XIX. Gelder, Mayou y Geddes (2005) explican que los trastornos de ansiedad se clasifican en dos grupos: síntomas continuos y síntomas episódicos. Los criterios diagnósticos actuales psiquiátricos reconocen una gran variedad de trastornos de ansiedad. Estudios recientes, además de haber encontrado que hasta un 18% de la población estadounidense y un 20% de la población española pueden estar afectados por uno o más de estos desórdenes, han hallado que la genética encargada en propiciar la aparición y el desarrollo de estos es la misma que la involucrada en los trastornos depresivos y bipolares.

El término ansiedad abarca cuatro aspectos que un individuo puede experimentar: aprehensión mental, tensión física, síntomas físicos y ansiedad disociativa. Los trastornos de ansiedad en el DSM-IV se dividen principalmente en:

Trastorno de ansiedad generalizada.
Trastorno de pánico (con o sin agorafobia).
Trastorno obsesivo-compulsivo.
Trastorno por estrés postraumático.
Trastorno por estrés agudo.
Trastorno de ansiedad social o fobia social.
Trastorno fóbico
Otros trastornos de ansiedad no especificados o producidos por el consumo de sustancias.
Cada uno tiene sus propias características y síntomas y requieren tratamientos diferentes.1 Las emociones presentes en los trastornos de ansiedad van desde el simple nerviosismo a episodios de terror o pánico.

Cuestionarios clínicos estandarizados de detección tales como la Escala de Ansiedad Manifiesta de Taylor o la Zung Self-Rating Anxiety Scale pueden ser utilizados para detectar los síntomas de ansiedad, y sugieren la necesidad de una evaluación formal para el diagnóstico de un trastorno de ansiedad.

Índice  [mostrar]
Clasificación[editar]
Trastorno de ansiedad generalizada

El trastorno de ansiedad generalizada (TAG) es un trastorno crónico común caracterizado por ansiedad de larga duración y que no se centra en algún objeto o situación particular, al contrario que en las fobias. Las personas que padecen de ansiedad generalizada experimentan miedos y preocupaciones persistentes no específicos, muy focalizados en asuntos cotidianos. El trastorno de ansiedad generalizada es el trastorno de ansiedad más común que afecta a adultos mayores. La ansiedad puede ser un síntoma secundario al abuso de medicamentos o sustancias, y los profesionales médicos deben ser conscientes de ello. El diagnóstico de trastorno de ansiedad generalizada se produce cuando una persona ha estado excesivamente preocupada por uno o más problemas todos los días durante seis meses o más. La persona puede tener problemas para tomar decisiones diarias y recordar compromisos como consecuencia de la falta de concentración que le supone la "preocupación por la preocupación". Antes de diagnosticar un trastorno de ansiedad generalizada los médicos deben descartar causas de ansiedad inducido por fármacos.

Trastorno de pánico

En el trastorno de pánico, una persona sufre ataques breves de intenso miedo y terror, a menudo acompañado de síntomas como temblores, agitación, confusión, mareos, desvanecimiento, náuseas y dificultad para respirar. Estos ataques de pánico, que se define por la APA como el miedo o malestar que se presenta repentinamente, y con picos en menos de diez minutos, puede durar varias horas y puede ser desencadenada por el estrés, el miedo, o incluso el ejercicio. La causa específica no siempre es evidente.

Además de los recurrentes ataques de pánico inesperados, un diagnóstico de trastorno de pánico requiere que dichos ataques de angustia tengan consecuencias crónicas, o bien preocupación por las consecuencias de los episodios de angustia, el miedo persistente de posibles ataques futuros, o el miedo a sufrir cambios significativos en el comportamiento relacionados con los ataques. En consecuencia, aquellos que sufren de síntomas de pánico sufren de trastorno de pánico, incluso fuera de los episodios específicos. A menudo, el afectado, ante cambios normales de los latidos cardíacos, los percibe como amenazantes, lo que lleva a pensar que algo anda mal con su corazón o que está a punto de tener otro ataque de pánico. Normalmente va asociado un temor anticipatorio a volver a sufrir otro ataque de pánico (ansiedad anticipatoria o "miedo al miedo"). En algunos casos, se produce una mayor conciencia de las funciones fisiológicas del organismo (hipervigilancia) durante el ataque de pánico, en donde cualquier cambio percibido fisiológicamente se interpreta como una posible enfermedad potencialmente mortal (es decir, extrema hipocondría). Puede diagnosticarse trastorno de pánico con o sin agorafobia.

Trastorno de pánico con agorafobia

El trastorno de pánico con agorafobia es una variante que suele ir asociado con el trastorno de pánico. Una persona experimenta un ataque de pánico inesperado, y a continuación, tiene temor a la posibilidad de volver a tener otro ataque. La persona teme y evita cualquier situación que podría inducir a un ataque de pánico. La persona nunca o rara vez podrá salir de casa con tal de evitar un posible ataque de pánico que creen que es un terror extremo ineludible.


Trastorno fóbico

Las fobias o trastornos fóbicos corresponden a la mayor y más amplia categoría de los trastornos de ansiedad; incluye todos los casos en que se desencadena miedo y ansiedad por algún estímulo o situación específica. Entre el 5% y el 12% de la población mundial sufre de trastornos fóbicos. Las víctimas suelen anticipar las consecuencias terribles del encuentro con el objeto de su miedo, que puede ser cualquier cosa, desde un animal, objeto, persona, situación particular, o un fluido corporal. Los afectados entienden que su miedo es irracional, no proporcional al peligro potencial real, pero se ven abrumados por el miedo que se escapa a su control.

Trastorno de ansiedad social

El trastorno de ansiedad social (TAS), también conocido como fobia social, se caracteriza por un intenso, crónico y persistente temor, acompañado de conductas de evitación, a ser juzgado, avergonzado, humillado o hacer el ridículo en situaciones de interacción social. Este temor puede ser específico para situaciones sociales especiales (como hablar en público) o, generalmente, experimentarse en la mayoría (o todas) de interacciones sociales. La ansiedad social específica a menudo manifiesta síntomas físicos tales como rubor, sudoración, temblor, taquicardias y dificultad para hablar. Al igual que el resto de trastornos fóbicos, los que sufren de ansiedad social a menudo tratan de evitar la fuente de su ansiedad; y en el caso de la ansiedad social se torna particularmente problemático, y en casos graves puede llevar a la exclusión social.

Trastorno obsesivo-compulsivo

El trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) es un tipo de trastorno de ansiedad caracterizado sobre todo por la presencia de obsesiones (imágenes o pensamientos angustiosos, persistentes e intrusivos) y compulsiones (insta a realizar determinados actos o rituales). Afecta a aproximadamente el 3% de la población mundial. A menudo el proceso es totalmente ilógico e irracional, al igual que las compulsiones, donde simplemente se tiene la necesidad de completar un ritual con el fin de acabar con la ansiedad provocada por la obsesión.

En una minoría pequeña de los casos, los enfermos de TOC pueden llegar a experimentar obsesiones sin compulsiones (obsesivos puros).

Trastorno de estrés post-traumático
Artículo principal: Trastorno de estrés post-traumático

El trastorno de estrés post-traumático (TEPT) es un trastorno de ansiedad que se produce a partir de una experiencia traumática. El estrés post-traumático puede ser el resultado de experimentar situaciones extremas, como una guerra, desastres naturales, violaciones, secuestros, abuso infantil, acoso o incluso un accidente grave. También puede resultar por una exposición prolongada en el tiempo a un estrés crónico, como por ejemplo los soldados que soportan batallas individuales, pero no pueden hacer frente al combate continuo. Los síntomas comunes incluyen hipervigilancia, escenas retrospectivas rememorando el acontecimiento traumático (flashbacks), conductas de evitación, ansiedad, ira y depresión. Hay una serie de tratamientos que constituyen la base del plan de atención para las personas que sufren trastorno de estrés postraumático. Estos tratamientos incluyen varias formas de psicoterapia, como la terapia cognitivo-conductual (TCC), terapias grupales y el apoyo de familiares y amigos. También pueden beneficiarse de la farmacoterapia, como los ISRS.

Trastorno de ansiedad por separación

Quien padece de un trastorno de ansiedad por separación presenta niveles intensos e inapropiados de ansiedad al separarse de una persona o lugar. La ansiedad de separación es algo normal en el desarrollo natural de bebés o niños, y sólo puede ser considerada como trastorno cuando este sentimiento es excesivo o inapropiado. El trastorno de ansiedad por separación afecta a aproximadamente el 7% de los adultos y el 4% de los niños, pero los casos infantiles tienden a ser más severos; en algunos casos, incluso una breve separación temporal puede desencadenar sentimientos de pánico.

Trastornos de ansiedad en la infancia
Los niños, al igual que los adultos, experimentan ansiedad, preocupación y miedo, especialmente, cuando se enfrentan a nuevas experiencias. Sin embargo si la ansiedad se prolonga en el tiempo e interfiere en la actividad diaria normal del niño, entonces se consideraría ansiedad patológica.3 Cuando los niños padecen de ansiedad severa se ve interferido su pensamiento, toma de decisiones, percepciones, aprendizaje, atención y concentración. Además del miedo, el nerviosismo y la timidez, pueden empezar a adoptar conductas de evitación, tanto de lugares como situaciones. La ansiedad causa una amplia variedad de síntomas como aumento de la tensión sanguínea, taquicardias, náuseas, vómitos, dolor de estómago, úlceras, diarrea, hormigueo, debilidad, y sensación de falta de aire (disnea).4 Otros síntomas cognitivos, afectivos y fisiológicos incluyen inseguridad, autocrítica, irritabilidad, trastornos del sueño, e ideación suicida.

Si no se detecta o se trata a tiempo, se incrementa el riesgo de fracaso escolar, evitación de actividades sociales y el inicio del consumo de drogas. Pueden desarrollar posteriormente otras patologías como depresión, trastornos de la conducta alimentaria, trastorno de déficit de atención, y trastorno obsesivo-compulsivo.5

Alrededor del 13% de los niños y adolescentes entre 8 y 17 años experimentan algún tipo de ansiedad. El temperamento puede ser un factor clave en el desarrollo de trastornos de ansiedad.

La investigación clínica en esta área es sumamente dificultosa, ya que los investigadores no tienen suficientes datos para asegurar resultados fiables, debido a los cambios tan rápidos que se suceden en la psicología del niño en estas edades. Por ejemplo entre los 6 y 8 años, el miedo a la oscuridad decrece, pero pueden preocuparse acerca de su rendimiento escolar o relaciones sociales. Si los infantes experimentan excesiva ansiedad durante esta etapa, ello sería un indicador de riesgo de desarrollo de un trastorno de ansiedad en la vida adulta.6 De acuerdo a las investigaciones, los factores determinantes serían tanto biológicos como psicológicos. Se ha sugerido así mismo que aquellos niños con padres que padecen o han padecido algún tipo de trastorno de ansiedad, tienen más riesgo de padecerlo. El estrés puede ser un factor determinante, pues se sabe que los niños y adolescentes son más vulnerable al mismo. Esta reacción ante situaciones de amenaza es más intensa en niños de cortas edades.7

Criterios para el diagnóstico de Trastorno por estrés postraumático

A. La persona ha estado expuesta a un acontecimiento traumático en el que han existido 1 y 2:

1. la persona ha experimentado, presenciado o le han explicado uno (o más) acontecimientos caracterizados por muertes o amenazas para su integridad física o la de los demás
2. la persona ha respondido con un temor, una desesperanza o un horror intensos. Nota: En los niños estas respuestas pueden expresarse en comportamientos desestructurados o agitados

B. El acontecimiento traumático es reexperimentado persistentemente a través de una (o más) de las siguientes formas:

1. recuerdos del acontecimiento recurrentes e intrusos que provocan malestar y en los que se incluyen imágenes, pensamientos o percepciones. Nota: En los niños pequeños esto puede expresarse en juegos repetitivos donde aparecen temas o aspectos característicos del trauma
2. sueños de carácter recurrente sobre el acontecimiento, que producen malestar. Nota: En los niños puede haber sueños terroríficos de contenido irreconocible
3. el individuo actúa o tiene la sensación de que el acontecimiento traumático está ocurriendo (se incluye la sensación de estar reviviendo la experiencia, ilusiones, alucinaciones y episodios disociativos de flashback, incluso los que aparecen al despertarse o al intoxicarse). Nota: Los niños pequeños pueden reescenificar el acontecimiento traumático específico
4. malestar psicológico intenso al exponerse a estímulos internos o externos que simbolizan o recuerdan un aspecto del acontecimiento traumático
5. respuestas fisiológicas al exponerse a estímulos internos o externos que simbolizan o recuerdan un aspecto del acontecimiento traumático

C. Evitación persistente de estímulos asociados al trauma y embotamiento de la reactividad general del individuo (ausente antes del trauma), tal y como indican tres (o más) de los siguientes síntomas:

1. esfuerzos para evitar pensamientos, sentimientos o conversaciones sobre el suceso traumático
2. esfuerzos para evitar actividades, lugares o personas que motivan recuerdos del trauma
3. incapacidad para recordar un aspecto importante del trauma
4. reducción acusada del interés o la participación en actividades significativas
5. sensación de desapego o enajenación frente a los demás
6. restricción de la vida afectiva (p. ej., incapacidad para tener sentimientos de amor)
7. sensación de un futuro desolador (p. ej., no espera obtener un empleo, casarse, formar una familia o, en definitiva, llevar una vida normal)

D. Síntomas persistentes de aumento de la activación (arousal) (ausente antes del trauma), tal y como indican dos (o más) de los siguientes síntomas:

1. dificultades para conciliar o mantener el sueño
2. irritabilidad o ataques de ira
3. dificultades para concentrarse
4. hipervigilancia
5. respuestas exageradas de sobresalto

E. Estas alteraciones (síntomas de los Criterios B, C y D) se prolongan más de 1 mes.

F. Estas alteraciones provocan malestar clínico significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo.

Especificar si:

Agudo: si los síntomas duran menos de 3 meses Crónico: si los síntomas duran 3 meses o más.

Especificar si:

De inicio demorado: entre el acontecimiento traumático y el inicio de los síntomas han pasado como mínimo 6 meses.

Trastorno por estrés agudo

El trastorno por estrés agudo es un trastorno de ansiedad, a medio camino del trastorno de estrés postraumático, en el que la persona sufre, temporalmente pero de forma aguda, un cuadro de ansiedad fisiológica, como respuesta a la experimentación de uno o varios sucesos altamente estresantes, donde se ha puesto en peligro la integridad física de uno mismo o de los demás.

A diferencia del trastorno de estrés postraumático, los síntomas aparecen a los pocos minutos del suceso traumático, y remiten con un mínimo de 2 días y un máximo de 4 semanas.

Al igual que en el trastorno de estrés postraumático pueden revivirse las experiencias traumáticas, y muestran un sintomatología similar a éstos. A veces se siente culpables por lo ocurrido, o no merecedores de haber sobrevivido (en el caso de sucesos que se hayan cobrado víctimas mortales). No es raro que el trastorno de estrés agudo desemboque en un trastorno de estrés postraumático.

Criterios diagnósticos
Los criterios internacionales de diagnóstico de Trastorno por Estrés agudo están recogidos en el DSM-IV y el CIE-10:1

A. El individuo ha estado expuesto a un acontecimiento traumático en el que:

Ha experimentado, presenciado o le han explicado uno o más acontecimientos caracterizados por muertes o amenazas para su integridad física o la de los demás
Ha respondido con temor, desesperanza o un horror intensos.
B. Durante o después del acontecimiento traumático, el individuo presenta 3 o más de los siguientes síntomas:

Sensación subjetiva de embotamiento, desapego o ausencia de reactividad emocional
Reducción del reconocimiento de su entorno (por ej. estar aturdido)
Desrealización (por ej. experimentar al mundo externo como algo extraño)
Despersonalizacion (por ej. no sentirse uno mismo)
Amnesia disociativa (por ej. incapacidad para recordar un aspecto importante del trauma)
C. El acontecimiento traumático es reexperimentado persistentemente a través de una o más de las siguientes formas:

Recuerdos del acontecimiento, recurrentes e intrusos, que provocan malestar y en los que se incluyen imágenes, pensamientos o percepciones.
Sueños de carácter recurrente, sobre el acontecimiento, que producen malestar
El individuo actúa o tiene la sensación que el acontecimiento traumático está ocurriendo (por ej. sensación de estar reviviendo la experiencia, ilusiones, alucinaciones y flashbacks)
Malestar psíquico intenso al exponerse a estímulos internos o externos que simbolizan o recuerdan un aspecto del acontecimiento traumático
Respuestas fisiológicas al exponerse a estímulos internos o externos que simbolizan o recuerdan un aspecto del acontecimiento traumático
D. Evitación persistente de estímulos asociados al trauma y embotamiento de la reactividad general del individuo (ausente antes del trauma), tal y como indican tres (o más) de los siguientes síntomas:

Esfuerzos para evitar pensamientos, sentimientos o conversaciones sobre el suceso traumático
Esfuerzos para evitar actividades, lugares o personas que motivan recuerdos del trauma
Incapacidad para recordar un aspecto importante del trauma
Reducción importante del interés o de la participación en actividades sociales o laborales
Sensación de desapego o enajenación frente a los demás
Restricción de la vida afectiva (por ej. incapacidad para tener sentimientos de amor)
Sensación de un futuro desolador (por ej. no tener esperanzas respecto a encontrar una pareja, formar una familia, hallar empleo, llevar una vida normal)
E. Síntomas persistentes de aumento del estado de alerta (ausentes antes del trauma), tal y como lo indican dos o más de los siguientes síntomas:

Dificultad para conciliar o mantener el sueño
Irritabilidad o ataques de ira
Dificultad para concentrarse
Respuestas exageradas de sobresalto
F. Estas alteraciones duran un mínimo de 2 días y menos de 1 mes y provocan un malestar significativo o deterioro de las relaciones sociales, la actividad laboral o de otras áreas importantes de la vida de la persona.

Prevalencia
En veteranos de combate existe una prevalencia del 30%, y del 1 al 3% de la población general.2

El trastorno de ansiedad generalizada

El trastorno de ansiedad generalizada (TAG) es uno de los trastornos de ansiedad, junto con las fobias específicas (orientadas hacia un objeto determinado), la fobia social, el trastorno por estrés postraumático, la agorafobia, el trastorno de pánico o el trastorno obsesivo-compulsivo.

Se caracteriza por un patrón de preocupación y ansiedad frecuente y persistente respecto de una variedad de eventos o actividades. Los síntomas deben extenderse al menos por 6 meses para poder efectuar el diagnóstico.

Descripción
Como su nombre lo indica, se refiere a la situación en la que el individuo experimenta una ansiedad constante y a largo plazo, sin saber su causa. Estas personas tienen miedo de algo, pero son incapaces de explicar de qué se trata. Debido a su ansiedad no pueden desempeñarse en forma normal. No logran concentrarse, no pueden apartar sus temores y sus vidas empiezan a girar en torno a la ansiedad. Esta forma de ansiedad puede, al final, producir problemas fisiológicos. Las personas que padecen del trastorno de ansiedad generalizada pueden comenzar a sufrir dolores de cabeza, mareos, palpitaciones cardiacas o insomnio.

Síntomas
El síntoma principal es la presencia casi constante de preocupación o tensión, incluso cuando no existen causas objetivas que lo motiven. Las preocupaciones parecen flotar de un problema a otro, como problemas familiares o de relaciones interpersonales, cuestiones de trabajo, dinero, salud y otros problemas. Incluso siendo consciente de que sus preocupaciones o miedos son más intensos de lo necesario, una persona con trastorno de ansiedad generalizada aún tiene dificultad para controlarlos.

Los síntomas psicológicos son: preocupación crónica y exagerada, agitación, inquietud, tensión e irritabilidad, aparentemente sin causa alguna, o más intensas de lo que sería razonable en esa situación en particular. La gente que la padece también puede tener problemas de concentración y dificultades para conciliar el sueño y permanecer dormido (siendo el primero que se afecta en cualquier trastorno) y sueño no reparador ni satisfactorio.

Con frecuencia suelen aparecer signos físicos, como temblores, dolor de cabeza, mareos, agitación, tensión y dolor muscular, ojeras, pérdida de peso, molestias abdominales y sudoración.

Causas
El TAG está probablemente causado por una combinación de factores biológicos y de circunstancias vitales. Los genes pueden desempeñar un papel. Muchas de las personas que la padecen también experimentan otros trastornos médicos, como depresión y/o pánico, que al parecer implican cambios en los procesos químicos cerebrales, en particular anomalías en los niveles de la serotonina. El estrés también puede contribuir en su aparición.

Podemos definir las respuestas de ansiedad como reacciones defensivas e instantáneas ante el peligro. Estas respuestas, ante situaciones que comprometen la seguridad del sujeto, son adaptativas para la especie humana. Significa esto que ejercen una función protectora de los seres humanos.

El ser humano durante miles de años se ha tenido que enfrentar a infinidad de peligros; cuando estos se presentaban, las respuestas más eficaces para preservar la integridad del sujeto eran dos: huir o luchar. Los mecanismos, psicofisiológicos humanos, que preparan para la huida o la lucha (respuestas de ansiedad) han cumplido un eficaz papel a lo largo de los tiempos. El problema es que el ser humano ya no tiene que enfrentarse con animales que corren detrás de él para convertirlo en su cena; en cambio otros muchos agentes estresantes le rodean y le acompañan a lo largo de su existencia, haciendo que el fantasma del peligro le aceche detrás de cualquier situación inofensiva.

Enrique Echeburúa, Catedrático de Terapia de Conducta del País Vasco, ilustra con un magnífico ejemplo cómo funciona el mecanismo de la ansiedad:1 {{cita|En el caso de los trastornos de ansiedad, la respuesta de miedo funciona como un dispositivo antirrobo defectuoso, que se activa y previene de un peligro inexistente. Precisamente el ser humano actual está abocado a abordar el fascinante problema de cómo controlar los aspectos perjudiciales de las respuestas de miedo (que se pueden manifestar psicopatológicamente en forma de trastornos fóbicos y de ansiedad) conservando, sin embargo sus beneficios protectores.

Incidencia
El trastorno de ansiedad generalizada es una afección común por lo que cualquier persona puede sufrir este trastorno, incluso los niños. La mayoría de las personas que sufren este trastorno dicen que han estado ansiosas desde que tienen memoria. El trastorno de ansiedad generalizada es un poco más frecuente en las mujeres que en los hombres. Cabe señalar que los trastornos de ansiedad son los problemas de salud mental más comunes. Pueden afectar de igual manera a adultos, niños y adolescentes.

Situaciones que pueden aumentar el riesgo de padecer TAG:

Tiene un familiar cercano que sufre de un trastorno de ansiedad.
Consumo y/o abuso de drogas.
Problemas de aprendizaje o de memoria.
Condición prolongada, como diabetes, depresión, uso de drogas ilícitas, o alcoholismo.
Embarazada o recientemente tuvo un bebé.
Es mujer.
Tiene 25 años de edad o menor.

Trastornos somatomorfos

Los trastornos somatomorfos son un grupo de enfermedades caracterizadas por molestias diversas, en mayor o menor grado difusas, que aquejan al paciente pero que no pueden ser explicadas por la existencia de una lesión orgánica, o al menos no de manera suficiente y concluyente.

Los pacientes suelen insistir en la presencia de síntomas físicos como dolor, inflamación, náuseas, vértigo, debilidad o lesiones, pero niegan tener problemas psiquiátricos,2 acompañado de demandas persistentes de exámenes y pruebas diagnósticas a pesar de que los hallazgos continuamente resultan negativos y de la garantía de los tratantes que los síntomas no tienen justificación orgánica.3 La sensación física reportada por los pacientes con trastornos somatomorfos no es ficticia o inventada, es sintomatología real que no tiene explicación o causa física.4

El término es relativamente nuevo y se aplica a lo que con frecuencia se denomina trastorno psicosomático.
El diagnóstico de un trastorno somatomorfo implica que los factores psicológicos son un gran contribuyente a la aparición, gravedad y duración de los síntomas referidos. Los trastornos somatomorfos no son el resultado de simulación consciente.

Clasificación[editar]
Los trastornos somatomorfos reconocidos por el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales producido por la American Psychiatric Association incluyen:5

Trastorno de somatización
Trastorno de conversión
Hipocondría
Trastorno dismórfico corporal
Trastorno por dolor
Trastorno somatomorfo indiferenciado
Por su parte, la lista de códigos CIE-10 los clasifica en:1

Trastorno somatomorfo indiferenciado
Trastorno hipocondríaco (F45.2).
Disfunción vegetativa somatomorfa (F45.3).
Trastorno de dolor somatomorfo (F45.4).
Otros trastornos somatomorfos (F45.8).
Trastorno somatomorfo sin especificación (F45.9).
Incluidos entre estos trastornos somatomorfos están los falsos embarazos, incontinencia urinaria psicógena y la enfermedad psicógena masiva (la llamada histeria colectiva).

Cuadro clínico

Los síntomas del trastorno somatomorfo puede limitar el trabajo, las relaciones interpersonales y otras actividades de la persona.
Los trastornos somatomorfos pueden presentarse bajo una variedad de síntomas, por ejemplo:

Respiratorios: el paciente puede referir un sentimiento de asfixia o dificultad respiratoria, sensación de presión cardiovascular y sensación de ansiedad en el pecho y taquicardia
Tracto gastrointestinal: dispepsia y síndrome del intestino irritable, con náuseas, hinchazón, dolor abdominal, heces irregulares, etc.
Ginecológicos: dolor pélvico crónico, dolor abdominal bajo incluyendo el sacro
Urológicos: vejiga, próstata y/o uretra irritable, aumento en la frecuencia de las micciones, dolor al orinar, sensación de dificultad para orinar
Dolor persistente, sin correlacionar con los hallazgos de la exploración física
Los pacientes a menudo refieren síntomas que indican una fuerte excitación del sistema nervioso autónomo, temblores o trastornos endocrinos. Adicionalmente, hay pacientes con otros trastornos psiquiátricos añadidos, en particular los trastornos depresivos, trastornos de ansiedad y trastorno de personalidad.

La influencia del trastorno somatomorfo en la calidad de vida del paciente es enorme: estos pacientes indican que pasan de 5 a 7 días al mes en cama, comparado con otros pacientes con problemas médicos importantes que pasan 1 día o menos al mes en cama.4 Los pacientes con trastornos somatomorfos suelen permanecer más días en el hospital que el promedio de hospitalización.

Diagnóstico
Se sospecha un trastorno somatomorfo en pacientes con síntomas físicos como fatiga, pérdida de apetito o cualquier otro trastorno gastrointestinal, de la sensación, de la función y del comportamiento y que, tras un adecuado examen físico dichos síntomas no pueden explicarse por la presencia de una enfermedad médica o por los efectos directos de una sustancia o droga.10 En pacientes con enfermedades conocidas, los síntomas, deterioro social o laboral son excesivos en comparación con lo que se espera por los hallazgos médicos.11 La duración de los síntomas ha de ser al menos seis meses y no son síntomas producidos intencionalmente ni son simulados.

Tratamiento
A pesar de que no se conoce una cura para el trastorno somatomorfo, éste puede manejarse ayudando a la persona a vivir una vida lo más normal posible, a pesar de que él o ella puedan aún tener algo de dolor u otros síntomas

Trastornos disociativos

Los trastornos disociativos se definen como todas aquellas condiciones patológicas que conllevan disrupciones o fallos en la memoria, conciencia, identidad y/o percepción.

Los cinco trastornos disociativos listados en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales son los siguientes:


  1. Trastorno de despersonalización (Código DSM IV 300.6).2 Supone la presencia de periodos persistentes de distanciamiento de uno mismo, o de sentirse como un observador ajeno, manteniéndose intacto el sentido de la realidad.
  2. Amnesia disociativa (Código DSM IV 300.12),3 también conocida como amnesia psicógena o amnesia funcional. Amnesia retrógrada de tipo autobiográfica relacionada con la experimentación de un fuerte trauma emocional.
  3. Fuga disociativa (Código DSM IV 300.13).4 Consiste en la realización de viajes inesperados lejos del hogar durante los cuales al paciente no le resulta posible recordar los sucesos de su vida pasada. En ocasiones puede conllevar el abandono de la identidad previa y la asunción de una nueva identidad.
  4. Trastorno de identidad disociativo (Código DSM IV 300.14),5 también conocido como trastorno de personalidad múltiple. En este trastorno se observa que el paciente alterna dos o más personalidades distintas, existiendo una amnesia para una cantidad importante de información relativa a las otras identidades.
  5. Trastorno disociativo no especificado (Código DSM IV 300.15).6 Se utiliza para todas aquellas formas de disociación patológica que no cumple los criterios diagnósticos de ninguno de los trastornos disociativos descritos anteriormente.

PSICOSIS CONFUSIONALES

Las psicosis confusionales se caracterizan por:

a) la obnubilación de la  conciencia, que puede ir desde el simple embotamiento hasta un estado de estupor próximo al coma;
 b) la desorientación temporoespacial;
c) el delirio onírico.

Tales estados pueden ser engendrados por numerosas causas. Sin embargo, se consideran como factor preponderante las causas toxiinfecciosas. Este nivel profundo de desestructuración de la conciencia parece ser la reacción de predilección a las agresiones del sistema nervioso por un agente exógeno. En los estados confusionales es donde los factores exógenos parecen más evidentes y más activos.

Estudio clínico
A-Modo de inicio.
La confusión puede aparecer en todas las edades, afectando indiferentemente a los dos sexos. Los factores exógenos (infecciones, traumatismos, emociones, intoxicaciones) sin ser constantes, desempeñan un papel muy importante.
El inicio es generalmente progresivo en varios días; viene caracterizado por el insomnio, inapetencia, cefalea, modificaciones del humor y del carácter. A veces, no obstante, el comienzo es brusco y caracterizado por una profunda obnubilación de la conciencia o una profunda desorientación.
De manera progresiva o no, el paciente va entrando en un estado confusional confirmado, a veces después de pasar por estados de desestructuración intermediaria de la conciencia. Las modalidades de esta degradación, su rapidez, su profundidad, la duración de sus niveles sucesivos, constituyen los aspectos clínicos de este período de invasión.

B- Período de estado.
El enfermo se halla sumergido en un trastorno general y profundo de su conciencia, que caracteriza el estado confusional: alteración de la síntesis mental (obnubilación, desorientación, amnesia, etc.) y experiencia onírica.
1) Presentación: la confusión constituye un síntoma capital del cuadro clínico: el confuso da la impresión de embotamiento y extravío. Se tiene la impresión de que está ausente de la situación actual. El comportamiento general psicomotor verbal y también los gestos expresan confusión. Los movimientos son lentos, torpes; la palabra mal articulada; el paciente requiere ser asistido en sus actos más elementales: la alimentación, aseo, etc. Otras veces es ruidoso, presa de una agitación desordenada. A pesar de esto, el enfermo parece hacer esfuerzos, al menos en alguno momentos, para darse cuenta de lo que ocurre a su alrededor.
2) Confusión: el síntoma esencial consiste en la incapacidad para efectuar una síntesis y una diferenciación suficientes de los contenidos psíquicos, los cuales se confunden y aglutinan. De ahí la falta de lucidez y de claridad del campo de la conciencia. La actividad perceptiva es deficiente: el paciente identifica mal el mundo exterior, no reconoce a sus parientes, etc.
La desorientación temporospacial es uno de los síntomas más característicos del estado confusional. El paciente comete errores en cuanto a la fecha, se sitúa mal en el espacio, etc.
Los trastornos de la memoria están también en el centro del cuadro clínico. Las percepciones son vagas, se desvanecen pronto sin fijarse suficientemente en la memoria. La evocación de los recuerdos es igualmente laboriosa. Los falsos reconocimientos se añaden a estos trastornos de la memoria: el paciente toma a una persona por otra, mezcla las situaciones y las identidades.
La insuficiente fijación se manifiesta por el hecho de que el enfermo haya olvidado prácticamente todos los acontecimientos que se desarrollan en el curso de su enfermedad; es la amnesia lacunar de la confusión mental.
Su perplejidad ansiosa, sus intentos de poner orden en la confusión de sus pensamientos constituyen un síntoma importante del estado confusional. El paciente pregunta: “¿qué sucede? ¿Quién soy?”, lo que traduce la existencia de una penosa conciencia de enfermedad.
Estos diversos síntomas: trastornos de la síntesis psíquica y de la conciencia; trastornos de la percepción, desorientación, amnesias y falsos reconocimientos y perplejidad, son los síntomas mayores de la confusión mental.
3) Delirio onírico: del mismo modo que la obnubilación de la confusión puede ser comparada al sueño, el delirio de la confusión recuerda el ensueño: es el delirio confusoonírico u onirismo.
El onirismo se caracteriza por:
a- una sucesión de alucinaciones visuales (visiones de temas místicos, eróticos, etc.)
b- también implica otros componentes sensoriales: auditivos, cinestésicos (voces, amenazas, sensación de electricidad, etc.)
c- el enfermo permanece capaz de percibir la realidad exterior, pero esta percepción está muy alterada.
d- adhesión del confuso a su delirio. El delirio es vivido y el sujeto se enfrasca vivamente en él: luchando contra sus enemigos, huyendo de los peligros. Él “ejecuta” su ensueño.
e- las imágenes del onirismo son móviles y, a veces, rápidas y caóticas.
f- los temas son muy diversos. Es frecuente el delirio de preocupación profesional. El enfermo vive entonces una escena de su ambiente de trabajo en la que se encuentra con grandes dificultades de ejecución. Es también frecuente que las escenas oníricas sean terroríficas y estén constituidas por experiencias alucinatorias visuales. En el curso de estos accesos de onirismo terrorífico, el enfermo puede presentar peligrosas reacciones. A veces, por el contrario, el delirio onírico tiene una tonalidad afectiva agradable y exaltante (onirismo eufórico de tema místico o erótico).
Clínicamente como síntoma, el onirismo se observa a través del comportamiento del enfermo aterrorizado o fascinado por sus visiones. Se le ve mirar y permanecer atento al desarrollo de las escenas imaginarias. La experiencia onírica no es continua, se presenta en oleadas y frecuentemente en las proximidades de la noche y del ensueño.
4) Examen físico: en la confusión mental el examen clínico revela casi siempre signos de sufrimiento orgánico. Los trastornos del estado general son frecuentes: deshidratación, fiebre, anorexia, etc.
Pueden observarse a veces trastornos neurológicos más precisos que permiten poner de manifiesto la existencia de una afección cerebral o de alteraciones neurovegetativas.

C- Evolución: tiende a la curación sin secuelas. Cuando así ocurre, se observa una mejoría concordante del estado físico y del estado mental (recuperación de la calma, del sueño y del apetito). La mejoría se presenta de forma progresiva. En las formas de onirismo intenso puede asistirse igualmente a un despertar brusco, aunque lo más frecuente es que, durante varios días, el paciente permanezca suspendido entre su ficción delirante y la realidad. A veces, después de la desaparición de los trastornos confusionales y del gran delirio confuso onírico, el paciente puede permanecer bajo la influencia de su experiencia onírica y más o menos convencido de la realidad de ciertas escenas vividas en el curso de su confusión. Estas convicciones fueron denominadas ideas fijas postoníricas. Por lo general, desaparecen al cabo de unos días. En ciertos casos pueden observarse en el enfermo curado la presentación de recaídas provocadas por diferentes factores etiológicos (emociones, parto, etc.).
Régis insistió también sobre la evolución desfavorable que se caracteriza por una confusión mental crónica. Este pasaje a la cronicidad puede preverse cuando se produce una mejoría del estado físico sin mejoría mental concomitante.

Formas clínicas: Según predominen los trastornos propiamente confusionales o el delirio onírico, se describe:
a) una forma estuporosa caracterizada por la obnubilación de la  conciencia, la inercia y el mutismo. Se acompaña de trastornos funcionales graves (rechazo de alimentos, incontinencia, etc.).
b) una forma alucinatoria en la que el delirio onírico y la agitación concomitante se hallan en primer plano.
c) una forma de onirismo puro. La actividad alucinatoria es muy viva mientras que el estado confusional apenas está insinuado.

A-Síndrome de Korsakov: es un síndrome confusional en el que predominan la amnesia de fijación, la fabulación y los falsos reconocimientos y al cual se asocia una polineuritis.
1) Descripción clínica: la fase de comienzo se asemeja a la de todo estado confusional: cefalea, insomnio, trastornos del humor. Se añaden trastornos de la marcha. En el período de estado el síndrome psíquico está constituido por un estado confusional generalmente discreto. La primera manifestación es un déficit de la atención. La actividad perceptiva apenas parece alterada clínicamente. El trastorno de la percepción se sitúa en el nivel en que la misma se integra a la conciencia del tiempo, es decir donde la experiencia actual se incorpora al tiempo vivenciado para convertirse en un recuerdo.
Es la temporalización de la percepción la que está alterada electivamente. El enfermo es incapaz de fijar un recuerdo, siendo esta amnesia de fijación el síntoma fundamental del síndrome. Por el contrario, la rememoración o memoria de evocación de hechos antiguos puede persistir intacta o ser alterada tan sólo por la imbricación de fabulaciones y falsos recuerdos. El reconocimiento de los recuerdos puede estar insuficientemente integrado en la serie cronológica. Esta evocación incompleta, que afecta tan sólo a ciertos elementos afectivos, confiere a las percepciones actuales y nuevas un sentimiento de familiaridad. Son los sentimientos de deja vu y los falsos reconocimientos
Se observa también una desorientación en el espacio.
Los trastornos de la síntesis mental (confusión y desorientación) favorecen una modalidad de pensamiento, de tendencia automática y asociativa, denominada fabulación. Esta modalidad de pensamiento se aproxima al delirio onírico. La exposición fabulatoria está constituida por fragmentos reunidos sin orden ni concierto y de diversas procedencias: acontecimientos y personas reales, recuerdos de lecturas, películas, etc. Esta fabulación es móvil, fácil de modificar, plausible y parece ser compensadora de la amnesia. La mayoría de las veces requiere ser provocada por medio de preguntas o de sugestiones, que inducen al sujeto a fabular.

La característica somática más importante del síndrome de Korsakov es la polineuritis de los miembros inferiores.

2) Psicometría: el examen psicométrico es con frecuencia impracticable en razón de la profundidad de la confusión y de la deteriorización. La característica esencial es un déficit mnésico que afecta a los hechos recientes. Queda también afectada la evocación de los recuerdos.
3) Evolución: puede evolucionar rápidamente en 2 o 3 semanas. A veces, la confusión mental aguda tiene una evolución mortal. Mas frecuentemente, la evolución es crónica y la polineuritis se detiene en grados variables, si bien existe casi siempre una deterioración mental más o menos importante.
4) Etiología: la causa más frecuente del síndrome de Korsakov es una causa nutricional, en el curso del alcoholismo crónico. Hay que destacar la tuberculosis y las otras infecciones, el embarazo, los tumores cerebrales, las intoxicaciones, etc.

B-Delirio agudo
Se trata de un síndrome confusional maligno, de sintomatología y evolución sobreagudas, generalmente mortal; se caracteriza: a) desde el punto de vista psíquico, por una confusión profunda o un delirio onírico intenso con agitación muy violenta; b) desde el punto de vista somático, por una grave afectación de estado general. Se debe considerar el delirio agudo como un modo de reacción unívoco del sistema nervioso a la acción de agentes etiológicos variados. Sería menos el agente agresor (infección o intoxicación) el que ocasionaría el delirio agudo que el terreno sobre el cual aparece.
1) Estudio clínico: es una afección relativamente rara que sobreviene brutalmente, sin causas apreciables, de ordinario en sujetos adultos, con apariencia de buena salud, pero cuyo sistema nervioso dio muestras de fragilidad y con antecedentes hereditarios psicopatológicos. Los pródromos son los propios de un estado confusional ordinario (trastornos del humor, insomnio, cefaleas). Rápidamente aparece un síndrome de confusión mental (desorientación) con reacciones ansiosas y viva excitación psicomotriz. En el período de estado, la agitación motriz es intensa y desordenada. El paciente se defiende violentamente contra todos los que se le aproximan. El estado general está gravemente afectado. La deshidratación es intensa. Los trastornos neurovegetativos son importantes. La temperatura es elevada desde el comienzo de la afección. Se trata de una fiebre por afección directa de los centros de regulación térmica. Hay también una hiperazoemia, se trata de un síntoma constante y precoz. La hiperazoemia del delirio agudo parece derivar de múltiple factores.
2) Evolución: sin tratamiento, el delirio agudo evoluciona indefectiblemente hacia la muerte. Sin embargo, con la utilización de las terapéuticas actuales el delirio puede curar.
3) Etiología: el delirio agudo es una modalidad reaccional frente a diversos factores etiológicos. Se distinguen tres modalidades etiológicas principales:
a) la encefalitis psicótica aguda azoémica “primitiva”: irrumpe y evoluciona con independencia de un contexto clínico que pudiera permitir relacionarla con un proceso toxiinfeccioso o metabólico determinado.
b) la encefalitis psicótica aguda azoémica: aparece en el curso de una evolución psicótica, sobre todo de estados maníacos.
c) la encefalitis psicótica aguda azoémica secundaria.
La mayoría de estos delirios agudos no parecen de naturaleza infecciosa. Debe admitirse una desmesurada reacción nerviosa, quizá de naturaleza alérgica. Así mismo todos los autores están de acuerdo sobre la importancia del terreno (alcoholismo, antecedentes psicopáticos) sobre el que irrumpen estos delirios agudos meta infecciosos.
4) Diagnóstico: los dos elementos fundamentales en que se apoya el diagnóstico de delirio agudo son: la hipertermia y la hiperazoemia. Estos dos signos permiten diferenciar el delirio agudo de los grandes síndromes delirantes con agitación.
5) Patogenia: pueden oponerse dos concepciones patogénicas del delirio agudo. Una de ellas se trataría de una reacción catastrófica del organismo enfermo. Según la otra concepción consistiría en una toxiinfección de forma cerebral y evolución sobreaguda. Sin embargo, las concepciones que parecen suscitar en la actualidad mayor interés son aquellas que ven en el delirio agudo una modalidad de reacción somatoencefálica. Marchand ha rechazado el origen toxiinfeccioso del delirio agudo y considera que se trata de una forma de reacción de “intolerancia nerviosa” individual a una causa, y que, aunque se pueda descubrirse la existencia de una toxiinfección, no puede considerársela, sin embargo, enteramente responsable del síndrome.

Diagnóstico diferencial y etiológico de los estados confusionales
1) El diagnóstico positivo: las dudas en el diagnóstico diferencial provienen de la frecuente imbricación entre todas las psicosis agudas. No obstante, la profundidad de los trastornos de conciencia y la experiencia onírica con sus escenas de ensueño y sus pesadillas, intensa y activamente vivenciadas, son síntomas bastante netos para ser reconocidos fácilmente.
2) El diagnóstico diferencial: es de un gran interés práctico en lo que respecta a la diferenciación entre las formas confusionales estuporosas y de los brotes agudos. Hablará a favor del estupor confusional, la importancia de los factores toxiinfecciosos, el estado de confusión con desorientación, la ausencia de antecedentes esquizoides y la ausencia de negativismo y de autismo.
3) El diagnóstico etiológico: es capital en estos casos. Ante un cuadro de confusión mental, deben tomarse todas las medidas necesarias para descubrir su causa tóxica o infecciosa.

A- Causas infecciosas: en la práctica clínica diaria son tal vez las más frecuentes.
B- Causas tóxicas: la más frecuente es el alcohol. El síndrome confusoonírico se presenta también en las intoxicaciones por estupefacientes (cocaína, opio, etc.), las intoxicaciones alimentarias, y especialmente, las intoxicaciones medicamentosas.
C- Afecciones cerebrales: la confusión mental puede ser secundaria a una afectación meningocerebral.
D- Emociones: finalmente, las emociones, por lo general asociadas a factores de agotamiento nervioso, pueden dar lugar a estados confusionales.

Resumen de los problemas psicopatológicos
El delirio onírico del confuso constituye el grado más profundo de desestructuración de la conciencia. Esta “conciencia onírica” nos remite a la experiencia de los sueños. Pero la desestructuración del estado confusoonírico, por análoga que sea a la de los sueños, es a la vez menos profunda y más desordenada. En el estado confusoonírico el enfermo no duerme sino que se halla presa de sueños que se imponen con mayor fuerza que los del sueño normal y a cuya fantasmagoría se incorpora él mismo profundamente.
El delirio onírico es el aspecto positivo del que la confusión es el aspecto negativo. Dentro de la degradación de la conciencia constituye el nivel más profundo, aquel en que las fuerzas inconcientes liberadas se presentan con el aspecto simbólico de imágenes, figuras, escenas a través de dramáticas visiones, fulgurantes, ya que, a este nivel de la vivencia, la conciencia está unida fatalmente a su función imaginaria.

TRATAMIENTO:
Un sujeto confuso siempre debe ser hospitalizado de urgencia en un servicio especializado.